jueves, 4 de marzo de 2010
No quieren Té
Casi nunca, diosa,/quieren té, por acá./Quieren sangre,petróleo,/pero no quieren té./ Por eso no has venido/cosquilleando locura;/no se dispersa gota de miel/en tu espesura./No saben buscar té,/no pueden: Kundalini,/Isis, en claro vuelo, paloma./Tiran té a la corriente,/por la borda./Quieren perfume, semen,/pero no quieren té.
lunes, 1 de febrero de 2010
Fibra fermentada
Desandarse quisiera la ciudad: templo de juergas en lodo y palpitares de hambre. Perderse entre los pasos mal nacidos del puente para no descansar. Nunca sentarse a deambular las bancas. Como errabunda despedazar la loza con sus piernas de arar. Enclavarse los pies australes en una huella, puntas de fibra fermentada. Quisiera desgañitarse al fondo, en la médula, y derramarse ahí, donde no la vean los miles de ojos, en medio de la nada en que se vierte, sequía de tempestad.
miércoles, 6 de enero de 2010
lunes, 4 de enero de 2010
domingo, 3 de enero de 2010
Caliche
Chisgueteas charagüílla sin una chaucha,/chirigüe, con tu chupalla, tu chupeta y tu chupilca,/contra el chancho chantao/que con su boca copuchenta/muerde el choclo chileno.
Violácea
Arriba, quemando el sol,/borda raigambres la decimera, /viola de maqui, gorjea colores./Quién encontrara la tejedora/entre las guitarras,/zurciendo fuego a los estribillos,/ave de garganta,/fuente airada en el óleo del aserradero./Quién escuchara,/viola hilandera sobre la nada,/los resplandores; /quién te pudiera en la Araucanía/hilvanar el cuerpo,/asirte los bebederos de la palabra./Arpillera, pupila de águila/que enhebra eclosiones,/fibra pagana ¡traza tu cielo en los aluviones!/Es tuyo el roble de San Carlos,/el río Cautín, la viruela;/es tuya la trama de la tierra,/Chillán y Santiago;/es para ti la duermevela infancia;/al son de tus lágrimas/el todo se puebla:viola violácea.
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Etiquetas: homenaje a Violeta Parra
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Templo de la tarde
Para pulir al tiempo con un ventarrón de agua, se nos vierte lo fiero del ardor en la espalda; precisa el roce cristalino, un grito: la tormenta; brasas enredan su partitura:ramaje áspero. Nuestro mirar aplana taciturno la orilla de los lechos bajo papilas del deseo, adentra lirio en gota el relámpago de los cuellos, bastión, mortaja de ansiedades, y tira el peso que no ve formas en el espejo de humo. Inflama la caracola, su concierto de implosiones; es el pecho que lo injerta todo, no puede asirlo al templo de la tarde, preferiría quebrarse al fondo del incendio y restallar.
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